No necesariamente significa hacer más, sino hacerlo juntos y mejor.

Hace ya más de una década que algunas de las organizaciones que acompañábamos procesos sociales en este país decidimos juntar esfuerzos para trabajar conjuntamente las agendas que en su momento se empezaban juntar con una de las tantas crisis alimentarias que han amenazado nuestra frágil y confundida humanidad, pues cada cierto tiempo deviene un conflicto global, una amenaza ambiental o una pandemia que nos recuerda lo frágil que es nuestra especie y lo básico que resulta el primer principio de existencia de todo ser vivo, alimentarse para no morir.

En ese momento nos juntamos para entender cómo se juntaban la soberanía alimentaria con las autonomías, el Derecho a la Alimentación, la lucha por la tierra y la defensa del territorio. Entonces surgieron iniciativas regionales que pretendían aterrizar las propuestas que se juntaban en los espacios de encuentro, poner forma a la narrativa común, poner a caminar la palabra, como entonces aprendimos de quienes lo venían haciendo en el sur.

EL sueño se volvió un espacio de articulación común, que como pocos ha soportado el paso del tiempo, se ha reinventado y ha resurgido muchas veces en las manos y las palabras de los que nunca le perdieron la fe. Hoy en día le Comité es una constelación de organizaciones urbanas y rurales que aún a pesar de las difíciles circunstancias generadas por la expansión mundial del COVID19 se han mantenido unidas para fortalecer y posicionar los procesos alternativos de distribución de alimentos provenientes y gestionados por organizaciones de productores y consumidores solidarios.

Hoy en día hemos podido demostrar que, si se pueden construir circuitos agroalimentarios distintos en las entrañas del cemento urbano de una ciudad como Bogotá; que los productores y los consumidores organizados pueden ser parte del cambio; que podemos hacer llegar un mercado diverso, producido en cada vez mejores condiciones a cada mes más gente, sin que su acceso sea solo un privilegio para pocos. Cada quince días nos juntamos para aprender y enseñarnos entre todos, para que la comida llegue en mejores condiciones, para que la capacidad que tenemos de hacerlas cosas bien hechas no se pierda, para que las intenciones de demostrar que es posible sean evidentes, para que otros procesos se desarrollen en la ciudad. Creceremos hasta donde podamos seguirlo haciendo bien, sin perdernos en el intento y sin olvidar la historia y los principios que nos juntan. 

Escrito por: Juliana Millán Guzmán, Dirección Política de la Asociación de Trabajo Interdisciplinario – ATI